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Alejandro M.V

El conformismo y la falta de gol vuelven a condenar al Levante

El Levante vuelve a salir sin la victoria tras dejarse empatar un partido que parecía tener controlado y en el que terminó dando por bueno el punto. En vísperas de los partidos mas complicados de la temporada, el equipo parece cada vez más derruido según avanzan las jornadas. Y todo esto con el ascenso en juego, aunque no lo parezca.





Con los partidos más decisivos a la vuelta de la esquina, el Levante sigue atravesando la peor racha de la temporada desde la llegada de Calleja. Nuevamente, la falta de ambición ha condenado al equipo granota que, pese a dominar cómodamente los dos primeros tercios del partido, se desmoronó tras el golazo de Bermejo y la auto expulsión de Sarachi.


El Levante ha debido sentenciar el partido con uno cero y el rival noqueado. Pero, una vez más, ha optado por amarrar el resultado en lugar de ir a por más. Así es difícil cerrar los partidos. No se puede pecar de conservadores cuando vas por delante en el marcador. Por supuesto que no fue un mal encuentro y el Levante pudo vencer… pero también pudo perder. Para ganar hay que marcar, así de simple, y la gran carencia de este equipo sigue siendo el gol.



Esta vez fueron dos largueros y el mano a mano de Joni las ocasiones más claras de la segunda mitad que no acabaron en gol, pero no fue suficiente y los cambios maños dieron alas a los visitantes. Al final del partido se notó la carencia de fondo de armario, ya que pese a estar con uno menos y el equipo hundido (y fundido), Calleja no realizó el quinto cambio. Las recaídas de Campaña y Vezo y la sanción de Sarachi tampoco contribuyen a un futuro halagüeño. Sin duda, para destacar la enorme actitud defensiva de Rober y Muñoz, además del trabajazo de Pepelu para desmoronar todas las ofensivas de un equipo maño que apenas tuvo peligro más allá de los disparos lejanos.



Ahora viene los más duro, frente a rivales directos y con la extrema necesidad de romper con la racha de una única victoria en los últimos cinco partidos. Si queremos subir, Calleja tiene que darle una vuelta al planteamiento. Demasiado previsible, demasiado plano.

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