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Como cerdo en charca

José Martí

El Levante visita Almería como líder en solitario, con nueve puntos de diferencia con su rival directo. Los granotas estamos felices como perdices... o como cerdo en charca.


Dicen que este Levante tiene suerte. Que no sabe ganar sin sufrir. Que los árbitros le benefician. Que carece de una idea de juego. Que es incapaz de marcar a balón parado… blablablabla. Mientras otros hablan, los granotas estamos disfrutando “como un cerdo en una charca” (última Calero-metáfora). Oink, oink. Que digan lo que quieran. Algo tendrá de positivo si somos líderes en solitario, con solo cinco partidos perdidos. Como dice el aforismo clásico “no te preocupes de los que hablan a tus espaldas. Los tienes detrás por alguna razón”.


Los aficionados granotas hemos consultado la clasificación hiper emocionante decenas de veces desde el pasado domingo. No importa que nos la sepamos de memoria, por arriba y por abajo, siempre hay algún aspecto nuevo para descubrir, algún matiz que nos hace regodearnos (la diferencia más-menos, los que más empatamos, la distancia con el séptimo…) cualquier cosa para volver a abrir el móvil, consultar de nuevo la tabla como si no nos la terminásemos de creer y seguir ilusionándonos dándole más vueltas y cálculos al calendario, a los partidos que quedan en casa (serían quince puntos más, 74), etecé, etecé… Que sí. Que esto va a salir bien.


Estamos felices, líderes. Desde arriba se ve todo muy bien, mirando al resto de rivales por encima del hombro. Gracias a los cinco partidos consecutivos ganados, el equipo ha adquirido mentalidad de equipo grande, con la confianza de conseguir la victoria al margen de las circunstancias adversas del partido. Esa seguridad te permite optar a todo.


"En Almería, toda la presión es para el rival que va por detrás y siente el agobiante peso del filo de la navaja del fracaso".

Estamos donde queríamos estar a falta de diez partidos, líderes, poniendo tierra de por medio para distanciarnos de la pelea por el play off, solo centrados en intentar conseguir el ascenso directo. Mejor no lo podemos tener. Porque no me negarán que no es lo mismo si fuésemos el sábado a Almería, donde las aguas bajan turbias, por detrás de ellos en la clasificación, que por delante con nueve puntos de diferencia. Es otra cosa. Viajas de otra manera.


Además, la privilegiada situación del Levante facilita jugar sin presión porque se puede permitir el lujo de fallar y, aun así, continuar en la pelea. Toda la presión es para el rival que va por detrás y siente el agobiante peso del filo de la navaja del fracaso.


Podría existir el riesgo evidente en la plantilla de pensar que se ha logrado algo o que se va a ganar fácil al rival, pero a estas alturas de temporada sabemos que Julián Calero no va a permitir ninguna relajación y va a tratar de exprimirlos como un limón para continuar con la buena racha y seguir alimentando la ilusión de la hinchada granota, sin límites. Como escribió T.S. Eliot, “sólo aquellos que se atreven a ir demasiado lejos pueden descubrir hasta dónde se puede llegar”. O no.


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